Psicooncologia


El atender pacientes oncológicos o con otras enfermedades graves es quizá, una de las experiencias más sensibles y dilemáticas en la práctica de la psicoterapia: dilemas para el paciente pero también para el profesional psicólogo. Un paciente oncológico, ¿viene a hablar de la muerte? ¿De su  propia muerte? ¿De la vida? ¿De sus recursos? ¿De sus miedos y angustias? ¿O no va a hablar de nada de su enfermedad? De todo esto y de lo que le está pasando, ¿qué quiere saber el paciente? ¿Quiere saber? ¿Hasta dónde, y para qué?

El ritmo de esta terapia tan particular está indudablemente marcado por el tempo personal del paciente: es él quien va a decirnos cuándo y cómo lo podemos acompañar en el proceso de entender lo que le sucede, de cómo se va a hacer dueño de esa verdad, su enfermedad, de cómo se va a manejar con ella.

Quizá uno de los momentos más importantes de la terapia con el enfermo oncológico sea cuando el paciente mismo con ayuda del psicólogo devela claramente su enfermedad. Este es uno de los momentos más ricos y poderosos de la relación con el enfermo ya  que emerge de ahí la libertad de modificar algo de su vida y de su entorno. De ahí en más el paciente, con ayuda del psicólogo, puede decidir qué hacer en este momento de adversidad y dolor, y apelar a ciertos recursos que antes no conocía de sí mismo o que no creía necesario usar.

Un paciente que conoce la verdad sobre su enfermedad va a enfrentar la misma en mejores condiciones anímicas, va a resolver mejor sus problemas y a tomar mejores decisiones para su vida, para su familia y para todos aquellos que la rodean y la cuidan.