Trastornos generalizados del desarrollo


Trastornos autistas.

“Peter succionó con ansias para alimentarse, se sentó y caminó a la edad esperada. Sin embargo, algo en su comportamiento nos hacía sentir intranquilos. Nunca se llevó nada a la boca; ni sus dedos, ni sus juguetes… nada. Lo más preocupante era que Peter no nos miraba ni sonreía, tampoco jugaba los juegos que parecen ser tan importantes para un bebé. Aunque no lloraba rara vez se reía y, cuando lo hacía, era para cosas que a nosotros no nos parecían graciosas. No se acercaba para que lo mimara, sino que se sentaba muy erguido sobre mi regazo, incluso cuando lo arrullaba. Pero todos los niños son diferentes y nos sentíamos bien al permitir a Peter que fuera él mismo. Nos causó mucha gracia que mi hermano, quien nos visitó cuando Peter tenía ocho meses de edad, dijera que “ese chico no tenía instintos sociales de ninguna clase”. A pesar que Peter fue el primogénito, no estaba aislado. Con frecuencia lo ponía en su corral frente a la casa, donde los niños en edad escolar pasaban y se detenían a jugar con él. También es  ellos los ignoraba…

El balbuceo de Peter no se había convertido en lenguaje cuando cumplió tres años. Sus juegos eran solitarios y repetitivos. Rasgaba el papel en tiras largas y angostas, hacía eso todo el día. Hacía girar las tapas de los frascos y se enojaba si tratábamos de distraerlo. En contadas ocasiones podía captar su mirada y entonces notaba que su atención se centraba en el reflejo que aparecía en mis anteojos. Era como tratar de levantar el mercurio con palillos chinos.”  Tomado de Sarason y Sarason.

El testimonio personal es, quizás, la forma más cómoda y empática de transmitir una experiencia a otra persona. El testimonio de arriba cumple con esa idea, la de contarnos en primera persona el descubrimiento paulatino de un niño con autismo. Es por esta razón que lo colocamos en nuestra página web.